Se llama luz difusa a aquella que no incide directamente, sino que ha sido reflejada o dispersada al chocar contra alguna superficie que podría ser un mismo plano del espacio o encontrarse entre el modelo y el foco, como el caso de las nubes delante del sol o los difusores que acompañan a algunos focos en un estudio de fotografía.

Esta iluminación presenta una transición más suave y gradual entre luz y sombra, como se puede apreciar en las superficies inferiores del modelo 8 en adelante. En ellas la sombra presenta bordes más difuminados y existe una gradación de tonos.

En arquitectura esta iluminación suele estar asociada a la superficie sobre la que se proyecta y refleja la luz, ya que modifica su percepción, acentuando o modificando su materialidad, su textura, o incluso derramándose y tomando la forma de la superficie sobre la que choca. El material se convierte de este modo en el medio por el que la luz se va propagando, gracias a los fenómenos de reflexión, entre los planos de espacio.

Se podría decir que la luz directa viaja por el aire y choca sobre el material, dibujándose abruptamente, mientras que la luz difusa lo colorea, se dispersa a través de la materialidad de la superficie, diluyéndose poco a poco y modificando la percepción de esta.